La emoción como motor del artista
Necesito vivir para vivir y necesito sentir, emocinarme, tocar, oler, saborear, oir y después pintar. Ante la vida y la pintura, siempre elijo la vida.

Mariposas de mil colores Vivo entre las máquinas de la ciudad y los graneros de mi pueblo; así pues, ni soy ciudadano ni soy hombre de campo. Me considero un hombre salvaje contemporáneo». Estoy lleno de contradic ciones y ésta es una de ellas. Por eso me cuesta tanto vivir, tanto en el campo como en la ciudad. Desde niño me acostumbré a los olores de las pinturas. Mi padre es pintor y modela el barro. De pequeño, pasaba los inviernos mirando las enciclo pedias de Arte. Uno de los cuadros que entonces me impresionó mucho es Saturno devorando a sus hijos, de Goya. También recuerdo el arte primitivo, El Greco, El Bosco… En el colegio, creciendo cada vez más, los profesores me regañaban porque ensuciaba los libros con mis dibujos, caóticos, raros. Yo nunca dibujé a Mortadelo y Filemón. Recuerdo siempre de niño ir con mi padre a buscar rincones por el profundo Aragón y allí poner el caballete y pintar al natural. Aguarón, Alpartir, Tosos, Villanueva y muchos otros pueblos. Yo le ayudaba a llevar los materiales, a limpiar los pinceles, etc.

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Crecer y sufrir;

 

sufrir porque uno debe plantar cara a todas sus contradicciones, todas sus crisis;
así podemos volver a renacer.